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¿Qué se necesita para lograr un cambio en la Educación?

La respuesta a esta pregunta requiere delimitar bien su alcance, es decir, definir qué estamos entendiendo por “la educación”; ¿nos referimos a todo el sistema educativo, a la manera como los seres humanos hemos estructurado la tarea de educar? ¿Nos referimos a nuestro sistema educativo, a como los peruanos entendemos y hemos configurado nuestra manera de educar? ¿Nos referimos a cómo se produce al interior de un aula la peculiar relación /tarea entre un profesor y un pupilo? ¿O, en general nos referimos a toda relación educativa, más allá de quien asuma qué rol, en qué espacio o en qué condiciones se dé?

No es posible pensar la educación sin alguien (o muchos “algunos”) que son educados y otro (o muchos “otros”) que asumen la tarea o el rol de educar, aunque estos roles pueden irse intercambiando permanentemente como afirmaba Freire “Nadie educa a nadie — nadie se educa a si mismo—, los hombres se educan entre sí, con la mediación del mundo.”

Más allá de cuan positivo o negativo sea su resultado, el educar supone “influir”, es decir producir o causar un efecto sobre otro. Si no ha habido influencia, la educación no se ha producido, o su efecto ha sido nulo. Pero influir en otro implica la apertura, la flexibilidad y la disposición de quien sea influenciado y el ser digno de confianza, el ser moralmente valorado y afectivamente admitido por parte de quién quiera influir en el educando.

Sin esa apertura y disposición a ser educado, la educación como relación de dos no es posible. Si el educando no confía (o desconfía) del educador, no se siente querido por éste (“afectado”), se resistirá a la influencia que aquél pretenda ejercer. Quien desee educar y constituirse en educador necesita ser confiable, moralmente coherente (hace lo que predica y predica lo que hace), afectuoso, respetuoso y empático.

Teniendo esto claro podemos volver a nuestra pregunta inicial “¿qué se necesita para lograr un cambio en la educación?” Sea que queramos que la educación eduque, es decir, que logre las metas que se propone, o sea que queramos cambiar las metas y objetivos de la educación, es decir que logre algo distinto de lo que venía logrando, necesitamos que la relación entre educadores y educandos sea posible y efectiva; que los educadores logren influir sobre los educandos, que los educadores sean seres humanos dignos de confianza, moralmente coherentes y afectuosos.

Si revisamos con calma cuáles son los propósitos de la Educación peruana descubriremos la gran distancia entre lo que los peruanos queremos lograr con la educación y lo que estamos obteniendo como resultado:

  • “[es un fin de la educación] Formar personas capaces de lograr su realización ética, intelectual, artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa, promoviendo la formación y consolidación de su identidad y autoestima y su integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en armonía con su entorno, así como el desarrollo de sus capacidades y habilidades para vincular su vida con el mundo del trabajo y para afrontar los incesantes cambios en la sociedad y el conocimiento.” (Ley General de Educación-28044, 2003, Artículo 9º.)

  • “Una educación transformada es indispensable para la democracia pues formará ciudadanos alejados de las prácticas y valores que hacen posible el autoritarismo, la exclusión y la violencia. La educación básica ha de impulsar la vida democrática al moldear personalidades autónomas, con iniciativa y conscientes de los derechos propios y ajenos. Con prácticas pedagógicas y formas de convivencia renovadas, la educación debe ser la primera experiencia de los peruanos sobre el valor de las leyes, el diálogo, la participación, las instituciones y la coexistencia pacífica.” (Proyecto Educativo Nacional al 2021, 2006. pág. 28)

Hace 14 años la Ley propuso lo primero y hace 11 años lo segundo, pero desgraciadamente parece que no basta con tener propósitos loables para conseguir que se hagan realidad.

Desde esa Ley ya se han construido 4 nuevos currículos y gastado decenas de miles de millones de soles en infraestructura, materiales, capacitación y proyectos destinados a hacer realidad sus propósitos. ¿Por qué no se ha obtenido lo que se buscaba? Creemos que porque se olvidó lo fundamental: “los educadores”.

Como indica la Unesco en su publicación Replantear la Educación: “Debemos centrarnos aún más en los docentes como factores de cambio en general”. Sin valorar y respetar el rol fundamental de los docentes y sin lograr que ellos sean personas “influyentes”, es decir, eficientes educadores, la educación no logrará ningún buen propósito. No es un asunto de más conocimientos técnicos, pedagógicos o disciplinares, sino de mejores seres humanos.

Hasta ahora toda la preocupación del Estado se ha centrado en la capacitación técnica y cognitiva de los maestros, en la producción y distribución de buenos materiales y recursos educativos, en el control y evaluación de los docentes; olvidándose de que la educación es más que la conjunción de variables materiales controlables y que requiere la acción prioritaria sobre algo absolutamente inmaterial e incomparable: la humanidad de los educadores.


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